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Exposición en la sala de Trinitaris. Vilafranca del Penedés.

TEXTO DEL CATÁLOGO PARA LA EXPOSICIÓN EN LA SALA DELS TRINITARIS. VILAFRANCA DEL PENEDÉS DEL 17 DE NOVIEMBRE AL 30 DE DICIEMBRE DEL 2017

PRESENTACIÓN

            El tema de esta exposición titulada "Cuadros para una exposición" son las relaciones y analogías que podemos establecer entre dos artes tan diferentes como son la pintura y la música, las cuales responden a estímulos tan diferentes, pero que en sus procesos creativos podemos encontrar paralelismos y hasta se podría decir que en el centro, en el meollo del proceso creativo, con la misma sensibilidad, emoción e intuición podríamos estar pintando un cuadro o componiendo una suite de piezas o un poema sinfónico.

            La música nos acompaña durante muchos de los momentos trascendentes de nuestras vidas, para algunos forma parte importante de los cambios generacionales que han vivido y otros ya no han querido apartarse en ningún momento de ella. Para mí como pintor siempre he tenido la sensación de estar muy cerca, sobre todo cuando me encuentro trajinando una superficie bidimensional con el color. También me he sabido acompañar de ella durante mi trabajo como artista plástico, buscando la armonía del momento. 

            La elección del título hace referencia, por un lado y de manera muy literal a  los cuadros que aquí se presentan, pero por otro lado hace referencia al poema sinfónico compuesto por Modest Músorgsky en 1874, inspirándose en la exposición póstuma del artista Viktor Hartmann. El compositor quiso inspirarse en estos cuadros y evocarlos con una suite de piezas. Este poema fue orquestado por Maurice Ravel y también fue interpretado y popularizado por el grupo británico de rock progresivo Emerson, Like & Palmer.  No me voy a centrar en hablar de este compositor y sus relaciones con el mundo de la pintura pero me ha servido como excusa para presentar mis cuadros y de paso para introducirme en la relaciones entre estas dos artes, que a pesar de sus consustanciales diferencias podemos encontrar zonas comunes. Aunque no existe una relación directa entre los dos medios expresivos, no puedo evitar decir que muchas veces cuando pinto busco crear una musicalidad cromática y compositiva en la superficie bidimensional del cuadro y que a veces creo mirar al cuadro con el oído y si no me suena bien, busco hasta encontrar la armonía deseada.

 

MÚSICA Y PINTURA

            La pintura y la música se aproximan en cuanto que los dos son creaciones que parten de necesidades y experiencias internas. Esta idea ya la introdujo Kandinsky en su obra "De lo espiritual en el arte", el arte nace de una necesidad interior y no de una sensación exterior. Desde el yo y desde la expresión de su espiritualidad, tanto en un medio como en el otro el contenido corresponde a la expresión de una espiritualidad. De la misma manera que el pintor, el músico compone por un impulso de enfrentarse a la nada, al vacío o al silencio y hacen que la maquinaria de la magia haga aparecer el cuadro o la composición musical como transportados de un no se sabe dónde para acabar materializándose. Es así como la intuición maneja los resultados en los dos procesos creativos, es ella quien maneja nuestra mano y es la que deja algunos espacios de diálogo con la razón.

            Podríamos decir que la música ha estado esperando a que la pintura llegara a aproximarse a las características de su lenguaje formal. Hasta que la pintura no alcanzo la abstracción, las posibles similitudes o analogías que podíamos establecer entre las dos artes estaban tan solo relacionadas con aspectos menos estructurales, como podía ser la utilización de un arte o el otro de las imágenes producidas para simplemente utilizarlas como fuente de inspiración. A este respecto Kandinsky, que tuvo una profunda relación con la música y con músicos de la época, como Schönberg, nos dice que la música es un arte que se aparta de la representación de la naturaleza para centrarse en los medios que le son propios. De la misma manera reclama lo mismo para la pintura.

            La pintura tuvo que pasar por los impresionistas y post-impresionistas, sobre todo por Cézanne,  para que empezara a marcarse la diferencia que separa al modelo o tema del cuadro, para que empezara a darse prioridad al orden conceptual sobre la percepción sensorial, exigiendo una armonía paralela a la naturaleza y no una imagen de ella. Y fue así como el desapego total del natural, la pérdida del objeto y de la representación pictórica desemboca en la abstracción total y se da paso a una nueva generación de artistas pintores que se relacionarán de manera muy íntima con la música, como pueden ser Klee, Mondrian o el mismo Kandinsky.

"La enseñanza más rica nos la da la música. Con pocas excepciones y desviaciones la música es, desde hace ya siglos, el arte que utiliza sus medios no para representar fenómenos de la naturaleza, sino para expresar la vida interior del artista y crear una vida propia de tonos musicales" (W. Kandinsky. "De lo espiritual en el arte", pàg. 49)

            La pintura y la música son artes que parten de necesidades y experiencias internas, por tanto, no pretenden representar nada, en ellas lo importante es el uso que se hace de los elementos propios de cada uno de su lenguaje y lo que se comunica a través de los valores sensibles y formales. Así nos referimos a un modelo desligado de referencias extramusicales o extraplásticas , tratándose de unas artes puramente autónomas que utilizan los medios que le son propios.

            Este aspecto abstracto que me ha interesado destacar es el que va a hacer posible que pueda existir un cierto correlato o paralelismo entre las estructuras creativas y formales de las respectivas artes. Este es el argumento principal por el que utilizo este tema como contenido de la presente exposición y es el argumento principal.

            Una de las características fundamentales del arte contemporáneo es la ruptura de los diferentes puentes que separan a las artes. Unas junto con otras van definiendo nuevos marcos de actuación y nuevas formas diferentes de presentarse ante al público interesado. Por tanto la hibridación, la multidisciplinaridad, el nomadismo o la transtextualidad son adjetivos que parecen ser inseparables de los nuevos medios de expresión. Pero este no es el caso que aquí nos trae, pues la pintura que presento en esta exposición es eso, pura y llanamente pintura. Hay algo en la pintura abstracta que la hace auténticamente única y podríamos decir que hasta pura.  

            Tampoco es mi intención destacar la relación superficial que han establecido algunos pintores con la música, como es el uso de una temática o iconología relacionada con la representación de instrumentos musicales en sus cuadros,  o la relación inspiradora o metafórica que se ha establecido entre pintura y música, cuando uno u otro utiliza una pieza musical o un cuadro como estímulo y que de no ser por el título quedaría incomprensible la relación establecida. Aunque a mí me sirve como puerta introductora al tema al usar el título que Músorgsky puso a su poema sinfónico. Por el contrario, es mi intención destacar en esta relación la proximidad entre los valores estructurales de ambas disciplinas y las similitudes en sus procesos creativos, en los cuales lo importante es la coincidencia en lo abstracto del lenguaje utilizado.

            Al tratarse de dos campos perceptivos tan diferentes, resulta imposible una equivalencia o traducción directa de sensaciones visuales a sensaciones auditivas, pero ello no implica que no exista un nexo o fondo común en el desarrollo de sus lenguajes. Existen otro tipo de relaciones que hacen referencia a aspectos de tipo estético, creativo y constructivo, como pueden ser los conceptos o las ideas sobre el tiempo, el espacio, la estructura formal, la composición, las relaciones que se establecen entre los distintos elementos, el sentido de unidad o conjunto, el ritmo, la tonalidad, la repetición, la variación, el acento, la textura, el contrapunto, la línea, el color o la armonía.

            Uno de los conceptos comunes y más importante es el tiempo. Es el factor que nos permite escuchar e interpretar una composición, en música se es esclavo del tiempo ya que es por él que discurre la música. En cambio, en la pintura en un solo instante y de un solo golpe de vista podemos contemplar la totalidad del cuadro, la obra completa, aunque también podemos alargar el tiempo. La pintura debe de ser capaz de atrapar temporalmente al espectador provocando una necesidad de lectura al hacer discurrir o recorrer la superficie del cuadro con la mirada, en una intención de descubrir las relaciones que articulan o forman la unidad en la obra. En pintura también mediante la relación cromática podemos marcar un ritmo y este evidentemente nos obliga a discurrir de una manera concreta a través del tiempo.

            El siguiente concepto que me gustaría destacar por su importancia es el espacio. En pintura el espacio es bidimensional, por tanto, plano y limitado en superficie, sobre todo en la pintura abstracta en la que no existe la necesidad de la representación del espacio real mediante la profundidad de la perspectiva. Podemos manipularlo compositivamente mediante el color y los valores de claroscuro. El músico también puede manipular el espacio mediante una apropiada instrumentación o mediante el uso de una mayor o menor intensidad a través del contraste.

            De la misma manera que en pintura podemos crear centros de interés mediante un color o tonalidad dominantes, podemos hacer lo mismo en la música. Tanto en una como en otra podemos encontrar que existe una organización jerárquica de todos sus elementos en busca de una armonía o una melodía. De esta visión unitaria se desprende el concepto de relación o juego de los diferentes elementos plásticos o musicales que componen la obra y que nos obligan a relacionar la parte con el todo, a observar los diferentes planos y las diferentes voces. Tanto en una como en otra disciplina podemos comprobar que existen estructuras subyacentes nutridas de elementos comunes, que nos ayudan tanto a crear como a percibir sensaciones que son portadoras de emociones. Tanto pintura como composición musical nacen de una misma necesidad interior, y en las dos existe la capacidad de emocionar análogamente al espectador o al oyente. Del mismo modo que el sonido, la forma y el color actúan sobre el alma mediante la armonía. Se acaba construyendo una imagen o un paisaje sonoro cuyo proceso creativo está constituido por relaciones y acoplamientos entre las distintas partes que van ocupando su lugar, construyendo y dibujando la imagen.

            No podemos olvidar que sin el espectador o el oyente el arte carece de sentido, sin él no se acaba de cerrar el círculo. Espectadores y oyentes que frente la obra deben olvidar la reflexión para zambullirse en los productos de la sensibilidad cultivada.

"En otro tiempo decía con frecuencia a mis alumnos. pensad tanto como queráis y tanto como podáis -¡es una hermosa costumbre!-. Pero no penséis jamás frente a vuestro caballete.

Me gustaría dar el mismo consejo a las personas que buscan en vano las "medidas del valor": agucen el oído a la música, abran los ojos a la pintura.

¡Y… no piensen!

Examinen, si quieren, después de haber oído, y después de haber visto.

Pregúntense, si quieren, si esta obra les ha hecho "pasear" por un mundo anteriormente desconocido para ustedes.

Si es que es así, ¿qué más quieren?

                                               W. Kandisnky. ("La gramática de la creación. pág.: 150)